cibercafés – PixFans https://pixfans.com Blog alternativo de videojuegos, gadgets, películas, series, cómics y un largo etcétera Mon, 29 Dec 2014 17:24:19 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.4.3 https://pixfans.com/imagenes/2022/03/cropped-pixfans-icono-1-32x32.png cibercafés – PixFans https://pixfans.com 32 32 59898635 Costumbres videojueguiles de los 90 https://pixfans.com/costumbres-videojueguiles-de-los-90/ https://pixfans.com/costumbres-videojueguiles-de-los-90/#respond Thu, 28 Aug 2014 09:00:51 +0000 http://www.pixfans.com/?p=35870 Los tiempos cambian y con ellos nuestras costumbres. Y los videojuegos no son una excepción. La forma de jugar ha variado con respecto a hace unos años, por lo que muchas costumbres videojueguiles de los 90 están prácticamente extintas o han evolucionado hacia otras.

Recordando una parte de mi infancia, me han venido a la mente ciertas actividades videojuguiles que hacia junto a un grupo de amigos en mi época de educación primaria y secundaria, que actualmente no hemos vuelto a repetir, salvo alguna ocasión contada para recordar viejos tiempos, pero ya no es lo mismo…

Por todo esto, creo que se merecen un reconocimiento algunas actividades que han quedado en desuso o en el olvido, y que tantas horas y horas de diversión nos dieron.

Quedar con cuatro amigos para vicios variados

Jugar a videojuegos sólo está bien, pero cuando se dispone de la opción de multi-player, la diversión se dispara.  Antes de que se prodigaran las conexiones a Internet y el online, la única opción que había para jugar con amigos era quedar los cuatro de siempre en casa de uno para echar unas partidas, ya fueran al videojuego estrella o unos vicios variados (1), (2), (3) y (4). Y la cosa iba a más si el videojuego en cuestión era un lanzamiento, donde todos éramos novatos y había que descubrir como funcionaba todo.

Lo más espectacular eran las partidas a pantalla dividida. Cada uno poseía su cuarto de pantalla, y estaba prohibido revisar las pantallas de los otros jugadores para obtener pistas sobre su posición, equipamiento disponible o la estrategia que estaba siguiendo. No hace falta decir que todo el mundo se saltaba a la torera esta ley, recibiendo una bronca y algún que otro golpe cuando era detectado.

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Los gritos, los cabreos, las situaciones cómicas y demás que se producían eran legendarias y a día de hoy aún las recuerdo. Y es que no hay mejor satisfacción que ganar a un amigo y poder ver su cara y reacción “in situ”.

“A vida o a pantalla” o “el que pierde cede el mando”

Cuando se quedaban varios amigos para jugar y no había mandos suficientes o éramos más jugadores de los que permitía el videojuego, siempre se recurría a un par de técnicas:

  • A vida o a pantalla: Principalmente utilizado en videojuegos de un sólo jugador. Habían dos variantes. La primera consistía en que al perder una vida se estaba obligado a ceder el mando. La otra, que al completar una pantalla, aunque no hubieses muerto, también tenías que ceder el mando.

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  • El que pierde cede el mando: Suele darse en las partidas multi-jugadorcuando había más jugadores que mandos. El castigo para el que quedase en último lugar, era ceder el mando a la persona que no estuviese jugando en ese momento, y así progresivamente, es decir, si dos personas esperaban su turno, cedían el mando los dos que hubiesen quedado últimos. En ocasiones sólo se salva de ceder el mando el ganador y/o equipo ganador.

Leer el libreto de pe a pa

Actualmente los libretos que acompañan los videojuegos son a veces un tríptico y poco más. Todo está en formato digital, y no es lo mismo. Enciendes la videoconsola y lo primero que haces es ponerte a jugar, ya que seguramente haya un tutorial donde te expliquen las cosas básicas para poder entender la mecánica.

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Pero los videojuegos de antaño venían con libretos de decenas de páginas, donde se explicaba prácticamente todo: controles, personajes, historia, etcétera. Y con las ganas que había de jugarlo, en el trayecto de la tienda a casa devorábamos estos libretos para empaparnos de lo que íbamos a poder disfrutar en breves momentos, además de que en ocasiones incluían algún huevo de pascua o curiosidad.

Sentarse lo más cerca del televisor posible

Cuando los televisores no eran de 50 pulgadas, lo más normal era tener una televisión de tubo que no superara las 15 pulgadas, siendo unos afortunados los que pasaban este tamaño. Si a esto le añadimos las partidas a pantalla partida, la cosa aún se pone mejor.

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Por todo esto, el recurso más fácil, rápido y económico era el de sentarse lo más cerca del televisor posible, aunque nuestros padres nos echaran la bronca y nos dijeran que no era bueno para nuestra vista y que nos íbamos a quedar ciegos por culpa de la “maquinita“.

LAN party

Exclusivo de videojugadores de ordenador y que además tenían cierto punto de frikismo. Era un clásico de los fines de semana, y cuantos más fuéramos, mejor.

Llegaba el viernes por la tarde, salías del colegio, llegabas a casa, cogías tu torre, pantalla, teclado y ratón y de cabeza que te ibas al garaje de un amigo a montar todos los ordenadores en red para poder echar unas partidas todo el fin de semana entre varios jugadores sin sufrir lag, caídas constantes ni cosas similares de las primeras conexiones ADSL.

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Habían dos opciones, o te quedabas a dormir en casa de tu amigo todo el fin de semana, o ibas a casa de tus padres, dejando todas tus pertenencias en casa del amigo, y volvías a la mañana siguiente. El alimento principal de esos días eran las pizzas, pasta, patatas fritas y demás “comida sana”, pero era lo de menos, lo importante eran las horas de diversión ininterrumpidas y el poder estar cara a cara con tus contrincantes.

Soplar el cartucho y los golpecitos al televisor

Un clásico entre los clásicos. Introducías el videojuego y no funcionaba, por lo que la solución universal era la de soplar el cartucho para arreglar el problema.

Aquí la cuestión era quien lo hacía, siendo normalmente el propietario del videojuego el encargado de dicha tarea, ya que si algo no salía bien, te evitabas cabreos y broncas innecesarias, aunque siempre había un experto soplador.

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Por otro lado, podía darse el caso de que el televisor empezara a hacer el tonto y no funcionara del todo bien, por lo que unos golpecitos laterales solían arreglar el problema temporalmente, hasta que un día alguien se pasaba con la fuerza del impacto e iba a peor, siendo prácticamente irreversible el daño causado y desembocando en la más que posible nueva adquisición de un televisor.

Salones recreativos

Su visita era casi obligatoria una vez al mes, para comprobar las novedades que habían llegado o si alguien había superado tu récord de AAA en tu videojuego favorito o al que eras imbatible.

En mi caso, les pedía a mis padres que todas las monedas de 25 pesetas (o la que utilizara la máquina a la que quería jugar), las guardaran, que ya me encargaría yo de hacer bajar el bote en unas cuantas horas de vicios.

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Por no comentar que el nivel de las recreativas en aquellos años estaba muy por encima de los videojuegos de videoconsolas, tanto en el aspecto gráfico y sonoro como a la experiencia de juego. Además tenían otros atractivos, como las siempre divertidas mesas de air jockey o el futbolín.

¿Quién no se ha dejado la paga intentando completar el The House of the Dead 2junto a un amigo o jugando encima de una emulación de una moto?

Cibercafés

Para muchos eran considerado el acceso a Internet en los inicios de éste, siendo su época dorada, pero nos centraremos en los que lo utilizaban para jugar.

Principalmente, la visita a los cibercafés la efectuábamos cuando no teníamos ganas de montar un LAN party, aunque no era lo mismo, ya que allí te encontrabas a más gente y no tenías la intimidad y la libertad para hacer lo que quisieras (básicamente gritar, despotricar de tus amigos, celebrar las victorias como un loco…).

cibercafe

La conexión no era tan buena como una LAN party, pero a cambio te daba la posibilidad de conocer a otros videojugadores y establecer amistad con ellos, ya que solíamos a jugar a los mismos videojuegos que estaban de moda en la época.

Ir al quiosco a por la revista de videojuegos de turno

Una visita obligada mensual. Pasarte por el quiosco de tu pueblo o barrio de toda la vida, a comprar la revista de videojuegos de turno para estar informado de las últimas novedades, ya que Internet aún estaba en pañales y era la fuente más grande y fiable de información.

Era casi un ritual, sabías el precio exacto de la revista y el día que salía. Llevabas el dinero justo, aunque algún mes “regalaran” algún extra que hiciera subir el precio y tenías que volver más tarde, y la comprabas sin falta mes tras mes.

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Una vez la tenías en tus manos, devorabas todo su contenido, siendo más divertido en compañía de algún amigo para ir comentando la jugada. Hasta te leías con cariño la publicidad, todas las secciones aunque no te interesaran o el redactor se hubiera fumado algo raro  y el apartado de las tiendas en busca de ofertas o de si tenían ese videojuego que tanto deseabas. Una vez te la conocías de memoria, la guardabas en un cajón junto al resto de números antiguos o se la prestabas a un amigo.

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